Cambiar Occidente

¿CÓMO CAMBIAR A ESE OCCIDENTE DEPREDADOR? 

Max Murillo Mendoza/23-12-2018

La civilización occidental, tan brillante como es generó el marxismo desde la ética y la consciencia social y generó también el capitalismo como baluarte de las mentalidades de la acumulación. Ese occidente que generó un Cristo rebelde, y también un Hitler. Que generó los pensamientos más creativos en el arte, en la música, las letras y las ciencias en general. Pues que generó las revoluciones industriales puntales de todos los avances técnicos y científicos del mundo, donde la competitividad le pone el acento para las máximas calidades de sus productos. Ese occidente que universalizó su pensamiento vía colonialidad o imperialismo, para bien y para mal. Hoy ese occidente desvía su ruta hacia lo más perverso y malvado de su rostro conquistador, venciendo a los espíritus benignos y a sus espíritus más comprensivos con el mundo.

Nosotros vimos ese rostro conquistador en el desembarco de porquerizos, ladrones, estafadores, buscadores de tesoros, allá en siglo XV. Destrucción, incomprensión, totalitarismo, desprecio, racismo y saqueo de nuestras riquezas. Herencia mental y tipo de Estado que se importó desde Europa, para las configuraciones de las instituciones actuales. Dejaron después por supuesto a sus descendientes, dejaron lo peor de ese pensamiento: a los hijos de la contra reforma. Por eso las clases altas y medias, en general, por estos lados del mundo no tienen apego al trabajo, al ahorro, a la planificación, a la construcción de proyectos de Estado, sino todo lo contrario. Son frívolos, totalitarios, saqueadores, anti intelectuales, importadores de todas las modas de occidente aún no sirvan para nuestras realidades, como en muchos casos.

Ese occidente que avanza a velocidades siderales en las ciencias y las tecnologías más sofisticadas, sigue siendo políticamente cavernaria, atrasada, pensando binariamente: amigo-enemigo; blanco-negro; izquierda-derecha; están conmigo-o contra mía; cristiano-no cristiano, etc. Su pensamiento político está estancado en las cavernas trogloditas, porque ha reemplazado sus palos y piedras por cohetes atómicos. Les encantan las guerras y los sacrificios humanos a sus dioses sangrientos. Su  historia de invasiones, masacres, conquistas, colonias e imperios, tienen los mismos patrones políticos: amigo-enemigo; occidental cristiano-no occidental; blanco-todo lo demás. Pues políticamente occidente no es un ejemplo a seguir, porque en sus raíces sólo lleva destrucción y sangre.

Ese occidente cristiano-marxista no acaba de entender que el mundo es más que sólo eso. Historia tradicional impuesta a sangre y fuego por todo el mundo. Esquemas pequeños políticamente que no explican la complejidad de otras realidades, de otras maneras de ver y pensar el mundo, de otras lógicas que no precisamente son binarias y escapan a la comprensión de occidente. De otras historias que no obedecen en nada a las tradicionales de occidente.

Es verdad que sus aportes en varias facetas hoy son importantes;  universales en las ciencias exactas o físicas. Pero no en la historia, o en las visiones de la política. Y no es arriesgado confirmar estas afirmaciones, pues en la hora presente ese occidente desenfunda su espada contra el mundo expulsando migrantes, sin respeto alguno a sus propios preceptos de derechos humanos, desconociendo la tragedia del cambio climático que es resultado del desarrollo occidental, desconociendo los avances sociales logrados en el siglo XX. Desconociendo sus propios documentos políticos firmados en los ambientes de la diplomacia mundial. Esa hipocresía occidental perfumada pero podrida y prostituida, hace gala de sus mejores condimentos políticos que son las negociaciones comerciales, sólo para imponer sus intereses incluso bajo amenazas militares.

La culta civilización occidental, autora de todas las guerras mundiales y los holocaustos más horrendos que la historia conozca, hoy desenfunda otra vez su espada guerrera buscando sacrificios humanos, que serán entregados a la hoguera de sus dioses de la guerra. La educada y culta civilización occidental, hoy afina sus cohetes atómicos para decir al mundo que ellos son los que mandan, que ellos son los que deciden aún no tengan razón alguna.

El inmenso poder acumulado en la historia moderna: industrialismo, economía y tecnología de punta, no ha servido para hacer un mundo mejor. La corrupción generalizada, la inseguridad mundial, el crecimiento del narcotráfico, la trata de personas, el negocio turbio de órganos humanos y ni qué decir del negocio rentable de la venta de armas, son los síntomas claros de la degradación política de la civilización occidental. Ya no existen sus valores morales y éticos, sus valores filosóficos que eran fortalezas espirituales para construir colectividades, individuos y sociedades más justas. Esos valores han sido asesinados por el rostro militarista y conquistador.

Hoy occidente necesita reinventarse, generar nuevos paradigmas de pensamiento que le permitan sobrevivir a sí mismos, que le permitan colaborar con las demás civilizaciones para generar un mundo más humano, más holístico, más de reciprocidades culturales. Porque occidente sólo ha hecho de la vida en la tierra un valle de lágrimas, donde los poderosos hacen gala de su impunidad sobre miles de millones de pobres y culturas destruidas.

Ayudemos a cambiar a ese occidente ciego y poderoso; pero también necesitamos encontrarnos a nosotros mismos: colonizados, destruidos, desarraigados, simples imitadores baratos de occidente y de rodillas ante el capitalismo salvaje. Dejemos de mentirnos y autodestruirnos. Para ser nosotros mismos y cooperar en la resurrección del occidente humano, de ese occidente con el rostro de Cristo en favor de los más desposeídos de la historia, de los desheredados y engañados por la historia.