¿Es Bolivia un Estado, una nación?

La historia secreta del golpe de Estado. (María Rene Galindo)

 ¿Por qué un golpe de Estado? (en alemán por Muruchi Poma)

BOLIVIA Y LA AUSENCIA DE LIDERAZGOS

Max Murillo Mendoza/28-01-2020

Cuando uno revisa nuestra historia, encuentra presidentes ignorantes y brutales como García Meza o Melgajero. Ministros salidos de novelas de terror en su ignorancia y arbitrariedad como Arce Gómez. Muchos a lo largo de la historia, demostrando la poca institucionalidad que hay en estos territorios, pues cualquier ignorante puede un día despertar mal humorado y asaltar el poder, comprando unos cuantos militares y políticos dispuestos a asaltar el Estado. Las excusas han sido casi las mismas. Qué puede entender un ignorante como García Meza lo que significa comunismo? Nada, absolutamente nada. Son simples excusas para robar y asaltar las arcas del Estado. En estos últimos años hemos acudido a las mismas prácticas, algo más sofisticadas de la izquierda para asaltar al Estado: vía proyectos o contratos, o vía corrupción a dirigentes indígenas y campesinos, etc.

El origen de esta enfermedad colectiva está en el mismo nacimiento de la república. Aquellos momentos de angustia, de pobreza extrema y guerras prolongadas, los únicos que conocían los manejos del Estado colonial, que después fue republicano, eran los burócratas españoles y criollos. Aprovecharon el pánico para adueñarse de estos territorios, en nombre de la república, pero sin proyecto alguno de Estado, de institucionalidad y por tanto de Nación. Unos extranjeros no podían entender nuestras complejidades, no les interesaba entender además porque no necesitaban entender el país para robar y saquear. Son actor de poder y brutalidad, que no necesita de conocimientos y sabiduría de Estado. Así se construyeron las clases altas bolivianas, ese fue su carisma histórico más importante.

En los siglos de desorden que fueron los XIX y XX, muy pocos estadistas se preocuparon realmente de las estructuras del país desde el poder. La inmensa mayoría de burócratas jamás tuvieron nociones básicas de institucionalidad. Porque no tenían cultura al respecto, ni herencia o escuela. Respondían a sus genes históricos de saqueo y engaño al Estado. Porque así lo hicieron sus ancestros coloniales y republicanos.

Lo delincuencial es afecto a comportamientos estatales. En total ausencia de imaginarios de Estado, porque no tenemos Estado, por tanto no tenemos nacionalismo sino primigenio y débil, la sociedad asume como enemiga al Estado por su papel de todos estos siglos: burocrática, saqueadora, estafadora y corrupta. Pues hay que organizarse para defenderse del Estado patriarcal. Así, las organizaciones sociales son más fuertes que el Estado. Sólo tiene al ejército y la policía como guardianes de ese desorden. Los papeles de esas instituciones ya las conocemos también: masacres, asesinatos y corrupción generalizada.

La incapacidad histórica de las clases altas de construir Nación, de construir Estado e instituciones sostenibles es a estas alturas genética. Las razones son absolutamente evidentes, por el origen y forma. Aquellas colonias de españoles y también de otras nacionalidades extranjeras, nunca enraizaron culturalmente en estos territorios. Sus imaginarios culturales y económicos no están por estos lados. Nunca se sintieron parte de los sueños de las culturas nativas, sino todo lo contrario. Ni siquiera lograron algún grado de mestizaje, sino en lo físico; pero en realidad mestizaje es mentalidad, es mescla real de mentalidades, de intereses reales e igualitarias entre distintos. Su esmero es siempre ser distintos y no mezclarse con nuestras culturas.

En definitiva, ni siquiera la palabra boliviano tiene contenidos reales, sino sólo de discurso y horas cívicas tontas como aburridas. Por todos lados constatamos la inutilidad de las clases altas, para amalgamar las varias historias paralelas de este país y tejer una nueva entre todos los colores y sabores.

Pero lo popular no es color de rosa. Hemos visto en estos años esa secuencia de imitar al colonizador: corrupción y asalto a las arcas del Estado. La impresionante manera de parecerse a lo q´ara en todos los aspectos posibles, desde lo político hasta en los comportamientos económicos tradicionales. Lo occidental izquierdista es una rama nomas de las estructuras coloniales, como también hemos visto en estos años. Esos imaginarios libertarios son para los hijitos de papi rebeldes y sin causa, que tienen tiempo para la tertulia y la joda en el Estado. Como sus padres de la derecha, no tienen idea alguna de Gestión de Estado, de imaginarios de Estado y Nación. Esos fueron el ejemplo para lo popular, o nacional popular como diría Zavaleta.

Más allá de los lamentos y fracasos que son demasiados, es prudente aprender y reaprender para ver con quiénes construiremos en serio este país. Las clases altas, de izquierda o derecha son lo mismo, han fracasado en su intento que ya va por los dos siglos. La última oportunidad que tienen en estos días, lo joden todavía más, repitiendo el libreto de dos siglos de vulgaridad, desconocimiento y brutalidad conjugada en nombre de su civilización fracasada. Frivolidad de por medio, absurda y ridícula, no le achuntan a nada, sino a seguir saqueando lo poco que tiene el llamado Estado.

Aprender y reaprender en las heridas y la muerte. Sin ingenuidad, sabiendo quiénes son los enemigos, porque los hay con claridad. Ningún inmenso poder es impune por siempre. Toda historia se puede destruir y deconstruir. Ojalá que este espacio abierto, después del fracaso del MAS por implosión interna y errores profundos como traiciones al pueblo, sea por fin la oportunidad de volver a reconocernos en este exilio sangriento que dura siglos. Y por fin animarnos a construir puentes de entendimiento, de consensos culturales, de consensos entre iguales a pesar de todo.

Sin Estado, sin instituciones reales y sostenibles, sin políticas de Estado en el largo plazo no podremos sobrevivir en los siglos venideros. Tomar consciencia de que seguimos huérfanos de identidad, como colectivo, de que seguimos con tanta inseguridad en el presente y futuro, de que los jóvenes no tienen futuro alguno sino en los discursos hipócritas y de salón, no podremos ni siquiera entrar al siglo XX.

Tenemos que conseguir nuevos liderazgos y genuinos. Las calles hablaron en estos meses; pero no construyeron liderazgos. De las clases altas no podemos esperar nada, son siglos que demuestran nada. Es el momento de parir una nueva época. Y es demasiado urgente que tomemos consciencia de la urgencia de ese parto. Porque el país se desangra cotidianamente: nadie respeta nada, las leyes son papel colonial de adorno, las instituciones son inhumanas como improductivas. ¿Qué más pruebas? Tenemos que actuar y redimirnos de siglos de estancamiento e inercia colectiva, sumidos en la historia tradicional que sólo encubre con perfume las arbitrariedades de los mismos del siglo XVI.

  La Paz, 28 de enero de 2020