LA INTRÍNSECA NATURALEZA NEOCOLONIAL

LA INTRÍNSECA NATURALEZA NEOCOLONIAL DE LOS ESTADOS NACIONES MODERNOS CREADOS EN LAS AMÉRICAS DURANTE EL SIGLO XIX


Por Javier Solís Salcedo. Historiador profesional, docente e investigador universitario, escritor y apapäk de la Nación Muchik. 2024-05-08

Los nacionalistas de todos las creencias sean de México, Perú, Guatemala, Chile, Honduras, Bolivia, Colombia, Paraguay, Ecuador y otros no quieren comprender que sus idolatrados estado-naciones no existen desde hace milenios ni que surgieron en las Américas durante el siglo XIX. Sin duda ignoran que la idea primordial del Estado Nación moderno nació entre 1309 y 1377 en el espúreo Pontificado de Aviñón (en la actual Francia); que sus bases ideológicas fueron asentadas a finales del siglo XVI por Niccolo Machiavello; que inicia su formalización en 1648 con la firma del Tratado de la Paz de Westfalia; que se pone en práctica a fines del siglo XVIII con la Revolución Francesa y la firma de la constitución política de los EE.UU. 

Dicho de otro modo: el Estado Nación como estructura jurídica y política no sólo es de origen europea sino que es esencialmente moderna y en consecuencia antitradicional. Cuando señalo éste su carácter "antitradidional", hago referencia al mundo en donde impera "lo profano, cuantitativo, la oscuridad" sobre "lo sagrado, cualitativo, la luz de la intelectualidad pura". Las expresiones culturales y civilizacionales pre-modernas fueron "tradicionales", es decir giraban en torno a "lo sagrado, lo cualitativo", mientras que la civilización occidental moderna es naturaleza "antitradicional", es el "reino de la cantidad".

Las culturas y civilizaciones premodernas, de Oriente y Occidente, Boreales y Australes,  reflejan su eminente carácter tradicional en su alta espiritualidad, en sus ciencias y artes así como en su formas de estratificación social y sus modos y modalidades de gobernanza y gobernabilidad. Estos modos y formas se expresaron en las milenarias civilizaciones de la India, del Anahuac, en el antiguo Egipto, en los Andes Centrales, en la antigua China, en la Patagonia, etc.

Al contrario de éstos pocos comprendidos hechos, en la civilización occidental moderna, que es, lo repito, antitradicional, impera una espiritualidad degenerada en una de sus manifestaciones más tangenciales de comprensión y vivencia de "lo sagrado": sus religiones crepusculares. El sistema de clases sociales que se basa en la brural acumulación de riquezas, prestigio y poder (Max Weber, dixi)  es su anormal forma de estratificación social. Sus modalidades de gobernanza y gobernabilidad se basan en presupuestos seriamentos fraudulentos como por ejemplo la vulgar creencia de que el poder y autoridad nace/surge de los que no tienen ni poder ni autoridad, es decir "el pueblo", mediante la brutal cuantitativa del voto. Este modo, al que llaman democracia lo han copiado y adaptado de la antiguos Grecia asi como del legalismo romano.

Los nacionalistas han hecho tremendamente suya la falaciosa creencia de que son herederos del patrimonio ancestral, material e inmaterial, de los milenarios Pueblos Indígenas Originarios de las Américas en general y de los Andes Centrales en particular. Usufructúan para beneficio de una élite alienígena, raoaz y gustosamente neocolonial tal patrimonio, al que pomposamente llaman "patrimonio de la nación". ¿Bueno de cuál "nación"? ¿De esa "nación" recién creada en el siglo XIX? ¿De esa anormalidad jurídica y política que llaman "nación", creada después del Estado, cuando normalmente debió ser al contrario? 

Éstos nacionalistas no quieren entender que los territorios que consideran suyos, que consideran "herencia colonial", y a los que eurodescendientes (criollos) creadores de sus Estados, aplicaron a raja tabla el principio romano-germánico del "uti posidetis jure" (gracias al cual el territorio que fue poseído como territorio colonial queda como territorio republicano osea neocolonial) y la manipulación que rimbonbantemente llaman: "libre determinación de los pueblos", nunca fueron ni jamás seran suyos pues, pese a quien les pese, han sido y son territorios de los Pueblos Indígenas Originarios. Es cierto que algunos de éstos han desaparecido pues se han asimilado al monstruo occidental; otros fueron cruelmente exterminados a sangre y fuego por éste monstruo y aún hay miles que duermen en una espantosa pasividad. Pero nada de éstas situaciones les hace perder ni su dignidad ni sus derechos a sus territorios ancestrales.

Nótese que nunca los eurodescendientes (criollos) creadores de los estado-naciones modernos o países neocoloniales vieron la posibilidad de devolver/retornar los territorios ancestrales que despojaron sus ancestros a los descendientes de las naciones y pueblos indígenas originarios del Tawantinsuyu, las que no solamente son preexistentes a los susodichos países neocoloniales sino que la mayor parte no han desaparecido.

Los territorios ancestrales son usufructuados por los estado-naciones modernos creados en el siglo XIX. Dichas aplastantes estructuras juridico-políticas jamás están en cuestión, se han arrogado la titularidad de los territorios ancestrales, los disponen a su antojo (incluso con "consentimiento indígena", obtenido por corruptas prebendas o leyes truchas, como la cacareada "consulta previa"). Las naciones y pueblos indígenas deben demostrar ante los susodichos estados-naciones la titularidad de sus posesiones territoriales comunales. Si se descubre alguna riqueza (oro, petróleo, gas, minerales, peces, árboles madereros, etc.), esa es de acuerdo a la Constitución Política, a la que aberrantemente llaman "ley de leyes", "propiedad de todos los nacionales y el Estado dispone su usufructuo". 

 Pese al "genocidio estadístico" perpetrado durante los últimos doscientos años por los países neocoloniales, los descendientes de los pueblos y naciones del Tawantinsuyu siguen siendo mayoría demográfica. Los que gozan de su propia cultura (lenguas, comidas,  vestimentas, danzas, cespiritualidad, etc.) que las élites de los países neocoloniales explotan para sus negocios (turismo, universidades, etc.), sin beneficiarlos. 

Las élites de los países neocoloniales agreden permanentemente a los descendientes de los pueblos y naciones indígenas originarias del Tawantinsuyu a través: 1) del financiamiento, directo y/o indirecto, de siniestras misiones de recristianización (católicas y protestantes); 2) de campañas de alfabetización intercultural bilingue (escolarizados y no-escolarizadas, las que son estrategías de occidentalización); 3) de la promoción de exportaciones agrarias (quinua, kiwicha, maíz, papa, carne de cuy, etc.), de artesanías, etc., (es una estrategia para incorporar al "campesino indígena" a la vida urbana y que se acostumbren a pagar impuestos); 4) del brutal consumo de bienes industrializados y servicios pro-occidentales (ejércitos de abogados, médicos, ingenieros, policías, etc.); 5) de una sospechosa ayuda humanitaria ("donaciones" de alimentos y ropas procedentes de EE.UU., Europa y Cabadá); 6) del cómplice accionar de las ONGs defensoras de los derechos humanos o promotoras del desarrollo sostenible (modo estratégico para incorporar la "masa indígena" a los circuitos de la modernidad occidental; 7) etc.

(c) Javier Solís Salcedo. Historiador profesional, docente e investigador universitario, escritor y apapäk de la Nación Muchik.