La politiqueria en Bolivia
LA AUSENCIA DE IDEAS Y ÉTICA EN LA POLÍTICA
Max Murillo Mendoza /27-01-2020
El historiador Josep Barnadas, decía con contundencia que no existía diferencia alguna entre política y politiquería: que son absolutamente lo mismo. Lo que sucede en estos días en la política boliviana, es nomás el diagnóstico más perfecto de las mentalidades decimonónicas, vulgares y frívolas de las clases medias y altas citadinas, quiénes se sirven desde siempre del vivir bien de la política criolla. Por supuesto, jamás tuvieron ideas o propuestas. Y no las tendrán porque tienen el repertorio tradicional para repetir porquerías de memoria: democracia, pueblo, libertad. Los contenidos de esos conceptos no están en esas cabezas huecas. Lo terrible de esos movimientos politiqueros es que están fuera de las exigencias éticas, básicas en el ejercicio de la política.
Lo más importante de la herencia política mundial, desde todas las culturas, son los valores y la ética. Sin esos elementos la política simplemente es el asalto de maleantes y cabrones, pendejos pandilleros que se apropian de las instituciones como si fueran sus haciendas. Ante eso pues tenemos que reaccionar como corresponde. Unirnos quiénes consideramos que la política es al arte del servicio a los demás, el arte de la gestión por el bien común y el arte de gobernar en favor de los más necesitados. Quiénes estuvieron en las calles, en estos meses terribles de nuestra historia, han sido traicionados: en ambos bandos. La repugnancia de esa traición tiene un mismo sello: historia tradicional.
Pues los señoritos señoriales, dueños de la política tradicional no aprenden de los procesos históricos. No conocen este país. Son nomás descendientes de la colonia y las hordas de migrantes que llegaron a engrosar estas colonias: croatas, alemanes, españoles, italianos, árabes, etc, Sus objetivos son concretos: saquear lo más posible este país, adueñándose del Estado incluso a cualquier precio. Todo lo demás son trampas de la razón hegeliana.
No tienen asco ni siquiera de ellos mismos: criticaron al anterior gobierno en todo lo que pudieron; pero demuestran que son peores y yapados en el espectro del engaño, de la mierda enlatada para perpetrar los dramas más cabrones de la política boliviana. Quizás su mediocridad a flor de piel, su estupidez brillante y su frivolidad analfabeta no les permite entender lo que es este país; estamos, como sociedad civil, para enseñarles ese abecedario histórico y cultural, si es posible a la mala, ni modo.
En esta fauna de animales políticos, algunos se atrevieron a decir que se inventarán programas de gobierno en una semana. Ese bicho merece la guillotina, en razón pura y justa. Porque insulta nuestra inteligencia, insulta al país profundo, insulta a nuestras sagradas herencias culturales. Pero es el ejemplo más claro y nítido del espécimen de políticos que abundan, lamentablemente, en esta historia tradicional campante.
La política boliviana ha entrado en un agujero negro de impresionantes proporciones de repugnancia, de asco, de vergüenza robusta. Los discursos han prostituido las palabras pueblo, democracia y libertad. Conceptos vacíos porque al calor de los vómitos de los discursos, esos conceptos importantes por cierto, no significan ya nada para dichos especímenes que sólo buscan el poder por el poder. Todos creen que son dioses llamados a manejar ovejas, títeres o amarrahuatos como consideran a la sociedad civil. Dioses sin tradición alguna, sin herencia y sin habilidades mínimas para gobernar este complejo país. Señoritos y señoriales que creen son el demiurgo del futuro de Bolivia.
Semejantes criollos tradicionales ni siquiera se dan cuenta que se dañan así mismos. Su estupidez es proporcional al tamaño de su ignorancia respecto de la historia de Bolivia. No les interesa por supuesto, sus mentalidades corresponden a otras culturas allende los mares. A otros imaginarios de Estado y nación. No pertenecen a nuestros imaginarios, quizás es demasiado exigirles que piensen en estos territorios.
La trampa de las leyes también les pertenece. Todo está hecho a su medida, precisamente para acomodar el saqueo permanente a la frivolidad de los discursos democráticos. La interpretación de las leyes tienen fines muy concretos: adueñarse de las estructuras del Estado para esquilmar hasta donde se pueda.
Pero la bronca antes estos hechos vandálicos de cuello blanco, debe desembocar en organizarnos como sociedad civil. Frente al asalto de la fauna política analfabeta, los ciudadanos de a pie tenemos la fortaleza de la ética colectiva, de los valores comunitarios que desde siempre son la única garantía de soberanía en Bolivia. Estos analfabetos funcionales no aprendieron ni siquiera de los sucesos de octubre y noviembre pasados: todo tiene límite.
Con razón fueron oposición por catorce años, sin ideas y sin proyecto de Estado. Hoy que tienen la oportunidad de demostrar algo, simplemente demuestran que son los mismos de esos catorce años sin ideas y sin nociones de este país. Analfabetos brutales que sólo quieren el poder por el poder, como Calígula o Hitler porque los pasillos del poder distinguen el tipo de farra, de prostíbulo o asalto al Banco Central. Ni más ni menos, esos nomás son los políticos de alcurnia tradicional, señorial y colonial.
La Paz, 26 de enero de 2020