LA RUPTURA CON LA NATURALEZA
LA RUPTURA CON LA NATURALEZA
Max Murillo Mendoza/06-04-2020
La biología y la naturaleza misma, incluso demostrados en ensayos de laboratorio, durante millones de años nos han demostrado que el juego de equipo, de grupo y comunidad es lo que sobresale a la hora de la evolución. No existe lo individual, lo único. El hombre inventó la individualidad, lo único, en la ideología del mercado y las ideologías distintas del capitalismo. Pero ese invento supuso además un elemento peligroso, que empezamos a pagarlo caro hoy, que es la ruptura con la naturaleza: como en el Génesis bíblico el hombre se inventó con conquistar a la naturaleza y someterla a su antojo, es decir explotándola para la acumulación de riqueza al infinito. Esas peligrosas ideologías fueron profundizadas con las políticas neoliberales, socializantes capitalistas y proteccionistas hoy en día, desde hace más de medio siglo.
En Bolivia se encargan de destruir las herencias culturales de la comunidad, del ayni, de la reciprocidad, de la solidaridad de por sí. La invasión de los medios de incomunicación, de las medidas de Estado absolutamente individualistas, a nombre de la competitividad, están destruyendo sistemáticamente nuestras herencias comunitarias y nada individualistas, para introducir el virus del individualismo, del egoísmo justificado y legalizado, consumista del mercado. Se privatizan las tierras de comunidad, se destruyen miles de años de herencia comunitaria, a nombre del desarrollo y progreso, para simplemente adherirse al dios mercado, al dios capitalista y consumista.
Los pobres en su sobrevivencia caen fácilmente en estos engaños de espejitos modernos: cooperativistas, colonizadores, gremiales, etc, son los más destructivos con su entorno y sus propios medios de subsistencia. La indecente carrera por el lucro y la ganancia a como dé lugar, hace que los pobres también asimilen estas ideologías foráneas para convertirse en seres destructivos de la naturaleza. Arriba de esta cadena destructiva y nada ética, están los financistas de cuello blanco, banqueros y gansteriles jugadores de bolsas de valores, que son los verdaderos sacerdotes de la religión capitalista.
El mundo ve en estos días de pandemia los resultados de esas ideologías sin sentido, antinaturales, anti humanos, anti éticos, anti comunitarios y nada solidarios por esencia. Encubiertos bajo el manto del poder absoluto: económico financiero, con los discursos políticos de derecha e izquierda, justifican la profunda crisis de hambre y miseria, en nombre de esos postulados oscuros, insostenibles y poco éticos. Ni la iglesia dice nada, cómplice de esos juegos de poder antihumanos.
Ciertamente estamos pagando muy caro el seguir ciegamente a las ideologías del mercado total, de la destrucción de la naturaleza. Esa ruptura del hombre con la naturaleza nos pasa la factura en pandemias, enfermedades y cambio climático. La ceguera humana empieza a vislumbrar el horror de su propio modo de vida: consumo al infinito, es decir destrucción de todo lo que nos rodea. La naturaleza humana se ha convertido en esclava y sumisa ante los dioses del mercado total.
Ojalá nos sirvan estos momentos dramáticos para cambiar de fondo, y transformar, nuestros comportamientos modernos y destructivos con la naturaleza. Destructivos con nuestras herencias culturales comunitarias, que fueron las claves para sobrevivir miles de años en convivencia con la naturaleza, que la civilización occidental destruyó con las ideologías de la modernidad: desarrollo y progreso al infinito.
Ojalá sirvan estos momentos para reconfigurar la esencia del sentido humano: volver con dignidad a la naturaleza y compartir recíprocamente con ella la vida. Que la ética, en sentido de reciprocidades de las economías, vuelva al servicio de la colectividad y del bien común. Porque lo que hay en el mundo es la prepotencia de los mercaderes de la muerte, a nombre del libre mercado y la libre competitividad.
Pues ojalá los llamados Estados, sobre todo en el sur del mundo, se reconfiguren en políticas de Estado realmente más solidarias y humanas. En Bolivia desde siempre el Estado es un desastre, como imitación burda y vulgar de los Estados europeos, que sólo responde patrimonialmente a las castas de unas cuantas familias coloniales. Y por fin haya acuerdos sociales, consensos, para construir instituciones en serio en el largo plazo, porque el Estado en Bolivia no responde a nuestras realidades, a nuestras idiosincrasias y costumbres.
El regreso a la naturaleza, el ser parte de ella como fue durante millones de años hasta la llegada de la modernidad. Quizás como nunca antes tengamos la oportunidad de rehacer lo humano, en el retorno a la naturaleza. Cambiar totalmente de ideología, abandonando lo destructivo de la modernidad y sus dioses desarrollo y progreso. Religión y dogma que ha condenado al hombre a la orfandad espiritual, han condenado al hombre a destruir sus propias culturas y comunidades, para convertirse en individualidad animal de consumo y pisoteo del prójimo en nombre de la competitividad.
Ojalá los jóvenes perciban los horrores de esos resultados de la modernidad, y no caigan en el engaño de los espejitos de las nuevas tecnologías, como consuelo de las bondades de la modernidad. Ojalá las nuevas generaciones tomen consciencia de ese fracaso moderno, junto a sus pantomimas capitalistas y socialistas.
Que estos momentos de hambre y miseria mundial, sirvan por fin para darnos cuenta del enorme engaño colectivo, traducido en sus historias tradicionales, del sistema capitalista – socialista, para volver a reconstruir nuestro retorno a la naturaleza, de donde salimos hace cientos de años con la modernidad para destruirla y quemarla. Sea por fin Pacha: Cambio total y retorno a la naturaleza.
La Paz, 5 de abril de 2020