Politica Dictadura en Brasil
Apocalipsis Latinoamericana
Entre la Dictadura militar brasileña, la Democracia de Centro de México y la violencia monroeista de Washington
Heinz Dieterich/ 04-10-2018
1. Las dictaduras militares
Con el colapso de la socialdemocracia criolla progresista (Chávez, Lula-Rousseff, Correa, Lugo, Zelaya, Murillo-Ortega, Petro), los regímenes dictatoriales de las oligarquías neoliberales se vuelven dominantes en el hemisferio. Algunos actúan detrás de un velo civil, pero de hecho se trata de dictaduras militares en el sentido, de que su sostén real no es la soberanía popular, sino las bayonetas. Brasil, Argentina, Paraguay, Colombia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Honduras reflejan esa tendencia. Brasil, el “coloso del Sur”, que determina la evolución política sudamericana, es el ejemplo más claro.
2. Brasil: el referente golpista
La impunidad nacional e internacional del golpe de Estado oligárquico de Temer contra Lula y Dilma Roussef demostró a las clases dominantes latinoamericanas, que las dictaduras militares nuevamente son aceptables en la Patria Grande. La candidatura presidencial del lumpenpolítico Jair Messias Bolsonaro es la manifestación empírica más clara de tal hecho. El exparacaidista, que ha pasado por nueve partidos políticos durante su carrera política, desde 1989, encabeza los sondeos de preferencia electoral con un 29%.
Se ha pronunciado públicamente en favor de la dictadura militar de 1964; aboga por la toma de poder militar en el primer error que cometa el PT si gana la contienda actual; considera a la tortura como una práctica legítima; está en contra de los derechos LGBT. Fue titular de las Comisiones de Relaciones Exteriores, Defensa Nacional, Seguridad Pública, Crimen Organizado y de Derechos Humanos y Minorías en la Cámara de Diputados. Insultó públicamente a una diputada diciendo: “Yo a ti no te violo porque no te lo mereces”, y caracterizó a su familia de la siguiente manera: “Tengo cinco hijos. Cuatro varones y en la última ya tuve un momento de debilidad y salió niña”. Es obvio, que en toda democracia que merezca el nombre, semejante sujeto sería inhabilitado para cualquier oficio público. Pero, no en Brasil.
3. El eje Brasil-Argentina
Es evidente que, gane Bolsonaro o no, cualquier gobierno del PT (Fernando Haddad) sería un gobierno en “libertad condicional”, sujeto a los lineamientos de los verdaderos e impunes amos del poder. Con Lula en la cárcel (sic), Rousseff destituida y los militares mandando, el efecto de irradiación de la dictadura brasileña sobre América del Sur es penetrante. Esto vale particularmente para el segundo país más importante del Sur, la Argentina, que ha entrado una vez más en su endémica espiral de colapso económico, protesta social, represión policial y terminará, en el peor escenario, en un nuevo régimen militar. Hacia el norte, la dictadura de Maduro, que ha expulsado por hambre a millones de ciudadanos, se encuentra en caída libre y terminará en una explosión de violencia interna-externa; su vecina, el régimen de exterminio de opositores de Uribe-Duque, es una extensión neocolonial de la OTAN comandada por Washington. Siguiendo la cartografía dictatorial hemisférica hacia el norte, están las repúblicas dantescas centroamericanas y la condenada dictadura de Murillo-Ortega; y siguiéndola hacia el Cono Sur, se encuentra la descuartizada Paraguay (desde la Guerra de la Triple Alianza), que siempre ha sido una tiranía despiadada de una clase dominante abominable. El pequeño Uruguay, en posición de sándwich entre Brasil y Argentina, tendrá que tratar de proteger su democracia burguesa y la Bolivia del valiente aymara Evo Morales quedará como una roca solitaria en un oleaje de neoliberalismo monroeista, que empieza a cortar los lazos estratégicos con el dragón chino.
4. La república bananera digital
La liquidación de la limitada soberanía política nacional que la Patria Grande disfrutaba durante los años del progresismo socialdemócrata, tiene por corolario una generalizada regresión hacia un modelo de repúblicas bananeras digitales, donde la educación y la ciencia de calidad son considerados lujos prescindibles. El “sistema de ciencia y tecnología de Argentina está colapsando”, advierte el director del Instituto de Fisiología, Biología Molecular y Neurociencias” del país, Alberto Kornblihtt. Y tiene razón, el presidente Mauricio Macri, flamante poodle fifi de Cristine Lagarde (FMI), acaba de eliminar el autónomo Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, creado en 2007 por el gobierno desarrollista de Cristina Kirchner.
5. Ofensiva de Washington
El vicepresidente de EE.UU., Mike Pence, acaba de acusar a China de proporcionar un “salvavidas” al presidente venezolano, Nicolás Maduro, al concederle préstamos contra activos petroleros. Pence lamentó también que el Partido Comunista Chino haya convencido a Panamá, República Dominicana y El Salvador de “romper lazos con Taipei y reconocer a Pekín”: una medida que “amenaza la estabilidad del estrecho de Taiwán (sic), y que Estados Unidos condena”. La declaración de Pence es parte de una nueva ofensiva global de “contraterrorismo” de Washington que buscará neutralizar a “todos” los terroristas y sus ideologías, más que a alguna organización específica. Para América Latina esto significa una nueva guerra fría con la instalación de nuevos National Security States (NSS) --Estados de Seguridad Nacional-- y sus respectivos Planes Condor.
En este panorama desolador, el único rayo de luz es el Proyecto de Centro Democrático de México. Ojalá que el ejemplo de México cunda en el hemisferio y logre equilibrar la correlación de fuerzas entre los jinetes apocalípticos del pasado y los intereses de soberanía, democracia y justicia de los pueblos.