Soberanía restringida: México-Washington

Soberanía restringida: México-Washington

Dr. Heinz Dieterich 
Director, Center for Transition Sciences, CTS-UAM 
Coordinador, World Advances Research Project, WARP

30-05-2021

1. Amos y Esclavos

Después de cuatro años de imperialismo populista-caótico de Donald Trump, el imperialismo clásico de James Monroe ha regresado con Joseph Robinette Biden en la Casa Blanca. La llegada del nuevo inclino señaliza el fin de la ambigüedad estratégica, que caracterizaba la relación entre el anterior amo hemisférico poco interesado en las “repúblicas bananeras” carentes de Trump Towers, y los protectorados neocoloniales del Sur.

Con Joseph Robinette vuelve a dominar el patrón de la “predictibilidad y estabilidad” en las relaciones internacionales. “Restore predictability and stability” es la misión histórica auto-asumida por la administración Biden. Misión, que no significa otra cosa que dejar claro a lo largo y ancho de la selva global, quién manda en el biotopo, donde le tocó vivir a cada uno de los animales.

Toda persona sensata –empezando por los empresarios-- entiende por supuesto, que ese patrón de conducta del imperialismo clásico es mejor para las cadenas globales del plusvalor (profit), que la performance caótica del Orange Man con sus cataclismos globales y la criminal anomia interna de 600,000 muertos del Covid-19, comparado con los 4,600 de China. Es gracias al Tío Sam Joe Biden, que volverá a reinar el orden en la selva global y que todo mono sapiens sabrá comportarse como debe de ser y corresponda a su status social. Ha llegado el fin de la ambigüedad estratégica. ¡Aleluya!

2. Ambigüedad estratégica

Todo actor humano implementa sus intereses mediante estrategias y las tácticas correspondientes. Camuflar sus objetivos estratégicos es una estratagema muy exitosa denominada ambigüedad o incertidumbre estratégica. Se utiliza predominantemente en la política (y los negocios), particularmente en las relaciones entre Estados que tienen intereses competitivos adversos. En ese ámbito, la esencia del término se compacta para cada actor estatal en una sola pregunta decisiva: ¿Estoy dispuesto a ir a la guerra para imponer mis intereses estratégicos, o no?

3. Biden y Putin

El actual conflicto de Ucrania es un buen modelo para entender a fondo el término (su denotación). En abril del año en curso, el complejo militar-industrial-político neofascista de Estados Unidos trató de sacar provecho de la caótica transición de poder de Trump a Biden, preparando con sus títeres neocoloniales ucranianos y los vasallos de la OTAN una ofensiva bélica final para ocupar el Donbass: la Ucrania oriental, que, al igual que Bielorrusia, es una zona de profundidad estratégica vital para la defensa de Moscú.

El presidente Putin, en respuesta, concentró 150,000 tropas en la frontera con Ucrania y dejó claro, que una agresión bélica de la OTAN terminaría en una guerra nuclear. Y, ahí se acabó la ambigüedad estratégica. Siendo Rusia la potencia militar más poderosa de la tierra, Joe Biden reculó. Frenó la provocación y optó por negociar un nuevo modus vivendi con Rusia en una cumbre con Putin en Ginebra, el 16 de junio.

4. Biden y Andrés Manuel López Obrador

Una demostración de fuerza de este tipo aclaratorio la acaba de hacer el gobierno de Biden frente a México. La Federal Aviation Administration (FAA) rebajó la “calidad de seguridad aérea” de México (air safety rating) de nivel 1 a 2. Esto significa, que las aerolíneas mexicanas no pueden agregar nuevas rutas o servicios a Estados Unidos y que las del Norte no pueden compartir vuelos (codeshare flights) con las mexicanas.

La razón aducida por la FAA es que la Agencia Federal de Aviación Civil de México (AFAC) según una evaluación reciente, no cumple con los estándares de seguridad de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI): Mexico’s civil aviation agency fell short of United Nations safety standards during a recent assessment.

Considerando la importancia de la industria del turismo para la economía mexicana --genera el 9% del PIB y es el 5to generador de devisas-- y el volumen de tráfico aéreo entre ambos países (más de 20 mil vuelos mensuales), el impacto económico de la medida es muy profundo. Más profundo aún es el recado político de Biden acerca de quién manda en el hemisferio.

5. Fin de la Ambigüedad Imperial

El mensaje político de Biden es tan evidente como la reciente demanda del Instituto Estadounidense del Petróleo (API) --que representa casi 600 corporaciones de la industria del petróleo y gas--al presidente, en la cual exige que Biden enfrente al gobierno de López Obrador por la Ley de la Industria Eléctrica y la Ley de Hidrocarburos, considerados violatorios de “los compromisos de México bajo el TLCAN y el T-MEC”, y nocivos para el capital privado (5 de Mayo). O, igual de patente, como la contrarrevolución de color in status nascendi (comenzando) con el frente internacional de ONGs, que forman el paraguas de protección estadunidense-global al Instituto Nacional Electoral (INE) mexicano y lo hace intocable: desde Human Rights Watch vía Amnistía Internacional hasta la Fundación Clinton, el Delian Project y los descerebrados miembros del Parlamento Europeo.

6. Soberanía restringida

El mensaje de Biden para los países latinoamericanos y los países débiles a nivel global es claro: sigue vigente la Doctrina Monroe universal, de que sólo disfrutan una soberanía restringida ante el apocalíptico diferencial de poder con la superpotencia. Se trata de los efectos de la “ley de gravitación política”, como describía el expansionista gringo James Monroe en 1823 con precisión esa realpolitik de la selva global.

Ilusiones sobre esa realidad global imperante serán castigados por Washington con todo el arsenal de poder a su disposición. De ahí, que cualquier gobernante que albergue nociones de soberanía nacional irrestricta --como ahora Bukele en El Salvador-- hará bien en revisar la historia de las superpotencias desde Roma. Roma locuta, causa finita, decían los romanos: “Roma ha dicho la última palabra. El asunto está cerrado.” Bueno, en la Patria Grande esa Roma se llama Estados Unidos.

7. Tragedia para Transformadores

La tragedia para los transformadores reformistas consiste en que les deja sólo dos opciones inviables: establecer una dictadura ejecutiva burguesa, como Maduro en Venezuela o entrar en una fase caótica que termina con la pérdida del poder a la oligarquía imperial, como con Lasso en Ecuador.

¡Nada nuevo bajo el sol de la Patria Grande!